• Cuello – donde se devana el hilo.
• Cabeza – sujeta la hebra e impide que se desenrolle el hilo.
• Mango.
Para empezar lo mejor es coger los más simples y si vas a trasladarte con el mundillo a cuestas, para ir a clase, busca bolillos que no pesen mucho puesto que llevar una labor con 90 bolillos finos no tiene nada que ver con cargar con la misma labor y 90 bolillos gruesos.
Es bueno que el bolillo pese porque asienta la labor pero yo por el momento he optado por los finos. Si más adelante necesito que pesen siempre se puede hacer un agujerito al final y colgarle adornos que pesen, como los de estilo inglés. Al parecer, este sistema también ayuda a que el bolillo no ruede y se desenrolle el hilo.
Cuando se compran los bolillos, individuales o en bolsas, hay que fijarse que estén bien pulidos en la zona de la cabeza y cuello para que no se enganche el hilo.
Hay que tener en cuenta el largo del cuello, cuanto más largo, más hilo podrás poner cuando hagas una labor grande.
La longitud del bolillo es también importante, los primeros que me trajeron eran de 10 cm y a mí, que tengo las manos grandes, me terminan resultando incómodos porque se me agarrotan las manos. Lo que sí es curioso es que si te acostumbras a un tipo de bolillos, a su largo y grosor, luego cuesta cambiar.
Lo mejor es ir comprando bolillos según se avanza y se van necesitando más, así no nos juntamos con bolillos que con la experiencia pueden resultar incómodos de trabajar.
Bajo estas líneas os dejo una muestra. Los hay realmente bonitos.